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Mi Historia parte 4: ¡A veces la cosa, no te sale bien!

Para ser honesto, no inicié mi negocio con vías a ser una franquicia. ¡Inicié mi negocio porque mi anterior emprendimiento fracasó! Si, así como lo leen: fra-ca-só. No éxito; Sí deudas. Dos factores fueron determinantes en ello.

Para el año 2000 inauguré la Agencia de Viajes Mauricio Tours, con bombos, platillos y mucha ilusión. ¿Recuerdan el fatídico 11 de septiembre, ataque a Las Torres Gemelas? Para esa situación muchas agencias de viajes no estaban preparadas y vivieron su peor experiencia. Entre ellas la mía. Ese factor no podía dominarlo, era externo, impredecible. Pero hubo otro detallito que no ayudó. Yo, no dominaba todas las aristas de este nuevo negocio. Y aunque busqué personal capacitado para el tema y un socio que decía conocer mejor del manejo de una agencia de viajes, señores, el ojo del amo engorda el ganado. Yo dejé en otras manos, y sinceramente: ¡lo que nada nos cuesta, hagámosle fiesta!

Las sociedades son muchas veces, una lotería, Así que le eché la culpa a todo lo que pude, menos a mi desconocimiento y capacitación. Cuando vine a darme cuenta, ya gran parte del negocio estaba perdido. ¡Para colmo de males yo no estaba acostumbrado al fracaso! Si a los negocios buenos y malos, pero no al fracaso. Conceptos muy diferentes. Los pequeños y medianos negocios que había tenido culminaban cuando ya me cansaban o encontraba otro que me parecía mejor. Entonces los vendía.

Cuando perdí la agencia, el mundo se me vino encima. ¿Cómo se hace cuando el negocio no sirve? ¡Eso no lo sabia! La experiencia vivida con la agencia de viajes, no se la deseo a nadie, pero el aprendizaje que me dejó, más tarde me di cuenta de su utilidad.

Legalmente fue duro y desagradable. Estuve paralizado unos meses, sin saber qué hacer. Volver a empezar no es fácil cuando no se tienen 30 y se supone que “aquel” era el negocio para asegurar la vejez. Me habría gustado acostarme y despertar descubriendo que era una pesadilla. ¡Pero la realidad era otra, al abrir mis ojos en las mañanas, la verdad era: ¡NO FUNCIONÓ! No sé si salí de aquel terrible estado emocional que me embargaba porque soy hijo de gochos o porque el ser humano tiene instintos de supervivencia, o simplemente porque Dios es maravilloso y un día te da el espaldarazo, el empujoncito, y escuchas una vocecita que te dice: - bueno ponte las pilas y comencemos de nuevo. ¡El día llegó, hay que arrancar, hay que solucionar, empezar de nuevo!








Así que, un poco más animado comencé a vender: carro, instrumentos musicales, cuadros, artículos deportivos, todo lo que era vendible y estaba en buen estado lo vendí. Vendí mi apartamento. Incluso pedí ayuda, a mis familiares y amigos. Los que pudieron me ayudaron.

Pude cumplir con algunos acreedores, eso era importante para mí. Otros, fueron sinceramente flexibles y considerados pues me conocían con anterioridad y sabían que me tardaría, pero que cumpliría con mis compromisos. Tenía algo de dinero guardado, más lo que reuní con la venta, como les comenté pagué unos compromisos y me planteé arrancar de nuevo. Ahora, la cuestión era: ¿arrancar con qué?

El fracaso es terrible, pero muchos emprendimientos surgen de un fracaso, así como muchos son exitosos desde su inicio y eso no les quita el mérito.

¡El fracaso, en muchos casos es el combustible del éxito!


Bien sea porque nos avergüence fracasar y nos vemos obligados a salir adelante, o porque poseemos una Fe y autoestima en nosotros mismo que le pone al error colores diferentes, colores que hacen que la palabra no sea error, sino APRENDIZAJE, o porque simplemente tenemos miedo de morirnos de hambre y, algo tenemos que hacer! Sea cual sea la opción es totalmente valida hacer uso de ella para salir adelante y reinventarse.

La horrorosa experiencia legal que conlleva el fracaso de una empresa, me hizo aprender de contratos de arrendamiento, legalidad en sociedades, clausulas penales, créditos bancarios y aprendí que los párrafos en letras pequeñitas deben ser leídos, etc. ¡Tuve que asesorarme muy bien en los aspectos legales y eso para mí a posteriori significó conocimiento! Además de eso terminé conociendo un montón de personas, con las que hasta el día de hoy mantengo contacto y que en más de una oportunidad me han ayudado.

Otro punto que les comparto, es la importancia de hacer amigos, relacionarse positivamente con las personas con las que compartimos a diario en nuestros empleos, comunidades y por supuesto con nuestros familiares. El círculo que nos rodea es un soporte emocional invaluable cuando tenemos problemas o cuando simplemente queremos echar a andar un sueño. ¡Pide ayuda! ¡Lo más malo que puede pasar es que te digan que no! Y eso son dos letras, te da algo de pena y luego déjalo pasar. Lo cierto es que si no hubiera construido un círculo de amigos y conocidos aunado a mi familia, la carga habría sido mayor, no imposible, pero si considerablemente mayor.


¡La lupa que magnifica el fracaso la graduamos nosotros!




Si te perdiste la entrada anterior léela aquí: Emprender da miedo
Si quieres leer la siguiente, aquí: Descubriendo el agua tibia

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