Ante un mismo hecho caben dos posibles actitudes. Donde unos ven un fracaso, otros ven una oportunidad.
Tenemos como ejemplo aquella vieja anécdota de una
compañía de zapatos que quería probar ventas en una isla y envió a uno de sus
vendedores para investigar si era factible.
El vendedor al llegar se dió cuenta que nadie usaba zapatos.
Desencantado, envió un telegrama a la compañía diciendo: “Aquí nadie usa
zapatos. No hay a quien venderle, es una pérdida de tiempo. Regresaré en el
primer vuelo.”
El gerente de la compañía, que no quería rendirse tan fácil,
envió a otro vendedor, uno de los mejores de su equipo. Éste, también envió un
telegrama al llegar que decía: “La gente aquí no usa zapatos. ¡Hay tantas
oportunidades! ¡Me quedo! ¡Por favor, envíen más zapatos!"
Como bien dice el dicho: todo depende del cristal con que se
mire.
Hay oportunidades en todos lados, solo debemos estar preparados para
verlas.
0 comentarios:
Publicar un comentario